jueves, 3 de junio de 2010

Cuerpos, erotismo y Rajoy

Objetos de deseo. Y envoltorios desde los que traficar con la excitación. Las páginas de El cuerpo, del inglés Hanif Kureishi, trazan una elipsis forzada, pero no por ello menos inevitable, entre la exhibición de músculos para rozar, acariciar y estrujar lo inalcanzable, y un personaje delirante, valenciano y aficionado a los trajes. La cara vestimenta del presidente de la Generalitat Francisco Camps (seguro que ya lo habían adivinado) es la piel, versión alta costura, del disparate.

La novela de Kureishi se adentra en los entresijos de la vejez, de la flacidez de la piel. De la muerte que suspira su rancio aliento en la nuca. Al escritor octogenario protagonista le proponen colarse en el musculoso cuerpazo de un nadador de esos que ahogan los maullidos de cualquier gato. Ni que decir, que acepta sin pestañear, pensando en el excesivo, desbordante y cálido sexo que le espera metido en semejante envoltorio semental.

Camps, por su parte, se exhibe cubierto de inasequibles vestidos cuyas facturas son un auténtico misterio. El presidente valenciano y otros tres altos cargos de su Gobierno están acusados de un supuesto delito de cohecho "pasivo impropio" por lo que parecen regalos, en cualquier caso, excesivos. El caso ha vuelto al Tribunal Superior de Justicia de Valencia. Es el vehículo hacia el carisma, el espejismo de la fascinación, la atracción falsa y facilona precisamente lo que ha traído de cabeza a Camps. Erotismo disfrazado de lujo. Unos efectos secundarios, que aunque más dañinos, deben parecerse bastante a la flojera de grandeza tras el sexo.

¿Y qué pinta Rajoy en esta historia de desenfreno? Si Camps delira, y suelta grandezas como que el caso Gürtel, con 43,2 millones de euros defraudados, una decena de Administraciones en cuatro comunidades autónomas afectadas, y decenas de cargos públicos implicados (entre ellas el ex tesorero general del PP nacional) es "una invención del PSOE para despistar la crisis", las intervenciones del presidente nacional del partido no decepcionan. Afirma Rajoy que para él, "Camps es inocente". Y que lo mantendrá de candidato "diga lo que diga la justicia".

El anciano de Kureishi cede ante el placer tranquilo de envejecer. El escritor octogenario acaba anhelando su vida sin ojos vehementes que le persigan; con su piel descolgada, arrugada en feos pliegues. Pero Camps sigue adelante con el apoyo disparatado de Rajoy. Un cadáver político sostenido de un modo obsceno.

La fotografía es de Coso Blues, a través de Flickr

2 comentarios:

  1. El paroxismo de la vetusta Dualidad se evidencia aquí en un binomio piel/pellejo que pugna por ponerse un envoltorio de marca en detrimento de lo que antiguamente arrestaba el cuerpo.
    Eres grande, Gata.
    Rrrrrrr

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  2. Hola D. Laurent! Aprisionar el cuerpo hasta hacerlo invisible, bajo trajes de lujo. Muchas gracias por tu cariño. Besos fuertes!

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