martes, 23 de agosto de 2011

Colgado en el balcón

Tiene una flor temblando enganchada a los dedos. Pequeña fogata de invierno, que respira mientras se desvanece entre las sombras de lo que ya no es. Una nube de lágrimas secas ahogada en el colchón que se torna sórdido en la ausencia.

Deja a tender una caricia de dulzura pretendiendo que el aroma de las calles sobrevuele un corazón ahora huérfano. No lo agarra a sabiendas de que escapa. No lo agarra a sabiendas de que no vuelve. ¿Cuántos remolinos hacen falta para despertar un corazón? Ahí te dejo, aireado, colgado, junto a las sábanas en el balcón.

La ilustración es de kogepan fan club en flickr

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